El Papa Francisco me dijo cuando lo visité este año: “No se dejen madrugar por el desánimo, el enojo, por la sensación de que no hay futuro, de que todo está perdido. Hay esperanza”. Es nuestra responsabilidad, como líderes y como ciudadanos, madrugar a los problemas y trabajar por un futuro mejor.
Con esa frase como bandera, participé hoy en la apertura de la XXVI Jornada Pastoral Arquidiocesana, que tiene como eje una temática con la que estoy en profunda sintonía: “Caminemos para la paz y el desarrollo integral”.
Estos dos pilares, la paz y el desarrollo, son esenciales para liderar en tiempos complejos. Porque poner en primer lugar a cada persona y tener sensibilidad integral reflejan la mirada que compartimos. La fe y la política son custodios de estos dos conceptos humanos.
En la Ciudad estamos actuando con esa convicción a través de medidas tan importantes como:
Apoyo a las personas en situación de calle
Políticas contra la soledad no deseada
Apoyo a la maternidad y la vida laboral
Modernizar la educación para que cada chico tenga las herramientas para ser libre y autónomo.