Hace poco más de una década, Mauricio Macri me inspiró a dar el paso y meterme en política. “Gringo, para cambiar las cosas de verdad hay que involucrarse y jugar en la cancha grande”, me dijo en aquella reunión. Y tenía razón.
Desde entonces, recorrimos Entre Ríos llevando la bandera del cambio, con valores que nos definen: la libertad, el respeto por las instituciones y la lucha frontal contra la corrupción y el populismo que tanto daño le hicieron a nuestro país. No tengo dudas de que Mauricio y el PRO sentaron las bases para demostrar que una Argentina distinta era posible.
Algunos dicen que la política es algo malo. Yo les digo que lo malo es dejarla en manos de los corruptos. Durante años vimos cómo el poder se usó para el beneficio de unos pocos, cómo el Estado fue saqueado por quienes se enriquecieron a costa del esfuerzo de los argentinos. Pero también vimos que cuando hay convicción, liderazgo y valores, se puede cambiar el rumbo.
Hoy asumo con orgullo y responsabilidad la presidencia del Bloque PRO en el Senado. Lo hago con el compromiso de defender nuestras ideas, de acompañar al Gobierno en la aprobación de las leyes que saquen a la Argentina del estancamiento y de seguir trabajando para construir un país próspero y con futuro. Pero cuando no estemos de acuerdo, no dudaremos en seguir defendiendo con firmeza los valores y principios del PRO, porque esa es nuestra identidad y nuestra razón de ser en la política.
Agradezco al presidente Mauricio Macri, al equipo de conducción del partido y a mis compañeros de bloque por la confianza. Es un honor y una enorme responsabilidad que asumo con humildad, convicción y la certeza de que juntos vamos a seguir dando la batalla por el país que soñamos.
Vamos a seguir firmes, sin claudicar. Porque cuando uno cree en lo que hace, no hay obstáculos que puedan frenar el cambio. Y porque, al final del día, no hay mayor orgullo que saber que estamos del lado correcto de la historia.
